La
enfermedad
celíaca
es un desorden producido por una respuesta inmunitaria al gluten en
individuos con predisposición genética.
Aunque
la prueba de intolerancia a esta proteína o la de anticuerpos den
positivas, para su diagnóstico, es necesaria la realización de una
biopsia intestinal que demuestre la intolerancia, por la alteración
de la mucosa. Si
el diagnóstico se confirma, se debe seguir de forma estricta una
dieta sin gluten durante toda la vida pues el consumo de pequeñas
cantidades de gluten puede producir lesión de las vellosidades
intestinales, sin que ello suponga la presencia de síntomas.
El
celíaco puede tomar todo tipo de alimentos que no contienen gluten
en su origen: carnes, pescados, huevos, leche, cereales sin gluten
(como arroz y maíz), legumbres, tubérculos, frutas, verduras,
hortalizas, grasas comestibles (aceites, mantequillas, margarinas) y
azúcar.
Otras
patologías en las que una dieta sin gluten podría tener cierta
utilidad son ciertas enfermedades autoinmunes crónicas como la
psoriasis, la artritis reumatoide y diabetes mellitus tipo 1, que
pueden presentar sensibilidad
al gluten no celíaca.
Esto significa que son personas que presentan
síntomas digestivos que pueden llegar a confundirse con los de la
intolerancia al gluten, pero que dan negativo en los test de sangre y
en la prueba de la biopsia para esta enfermedad. Pero cuando se les
retira el gluten mejoran las molestias. Sin embargo, se tienen
todavía pocos conocimientos sobre este síndrome y se requieren más
investigaciones, ya que es posible que la eliminación de otras
sustancias comunes en los alimentos con gluten, sean las responsables
reales en lugar de esta proteína.
Así,
a día de hoy, no hay datos que sustenten que seguir una dieta
sin gluten
aporte beneficio alguno en la población general, ni para el control
de peso, ni para el deporte, ni para disminuir sintomatología de enfermedades, cuando no
hay ni celiaquía ni sensibilidad al gluten no celíaca. Seguramente,
antes de pensar en quitar el gluten, deberíamos asegurarnos de que
nuestras dietas son ricas en nutrientes con alimentos saludables y
lógicas o respetuosas con nuestra microbiota
intestinal
(flora intestinal).
Continuará...
Iria Quintáns
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