Reflexiones de Jonathan Hernández, dietista-nutricionista.
El ser
humano tiene una impresionante capacidad para ingeniar diversidad de
métodos para resolver un mismo asunto, pero no todos ellos tienen la
misma eficacia a la hora de los resultados. Un ejemplo sencillo puede
ser el intentar coger una olla que está en lo alto de un mueble al
que no llegamos y entre medio de otros utensilios. Una opción sería
coger un taburete o algo estable y que nos permita llegar y quitar
los utensilios que se encuentran por encima para retirar el deseado,
otra sería trepar el taburete y quitar la olla directamente de un
tirón o, trepar los muebles del costado y sacarlo de un tirón. Hay
muchas maneras de actuar ante esta sencilla situación, pero ¿cuál
resulta más lógica?, ¿con cuál nos haríamos menos daño?, ¿cuál
de ellas nos ha recordado más a nuestra conducta? Seguramente la
mayoría habrá concluido que la primera opción es la mejor, por más
segura y racional… pero estas cosas in
situ no siempre ocurren, y por lo
visto, ante el tema de la pérdida o el control de peso tampoco hay
una grata excepción.
Hace
un tiempo salió en unos medios de comunicación una de las modas que
marcó tendencia en algunos casos aquí en España y otros países:
la llamada dieta de la sonda,
mediante la cual se le introducía a los pacientes una sonda
nasogástrica y se les alimentaba por esta vía con un preparado de
unas 900 kcal aproximadamente (con unas proporciones
desproporcionadas de macronutrientes y muy pobre en micronutrientes,
esenciales para nuestra salud). De esta manera, los pacientes (con
sobrepeso, pero sin patologías crónicas asociadas o mayores
complicaciones digestivas) no podían ingerir alimentos vía oral:
una lástima, porque con el placer que produce saborear los alimentos
y probar las distintas texturas que pueden ofrecer.
Sin
embargo, esta moda no muy extendida al parecer no fue lo
suficientemente chic,
con lo cual han sacado hace poco otra nueva más para casos de
obesidad: el método aspire.
Recientemente, en un programa televisivo (minuto 20.50:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-manana/manana-primera-parte-13-02-15/2996999/)
se enseñó cómo en EE.UU y Europa (ya con unas 300 personas, y
otras en lista de espera y poco a poco aquí va cogiendo adeptos) se
implanta a los individuos una bolsa que atraviesa el estómago y
extrae el interior (jugo gástrico y alimentos ingeridos) por un
método de succión por así decirlo. De modo que, a grandes rasgos,
se podían ingerir los alimentos que se deseasen y las cantidades que
se deseasen (un atracón en toda regla), y luego utilizar la válvula
de este artefacto para que succionase el contenido gástrico (según
como uno lo regule, desde un 30 % a todo quizás), evitando que esto
llegase al intestino y se absorbiese: un método muy bulímico
parecido a lo que hacían antiguamente los romanos para poder comer
más alimentos en los festines (como bien lo comentaba una sanitaria
que presenció el programa). Lo curioso o no tanto de estos métodos
es que son auspiciados por personal sanitario (médicos básicamente),
sin considerar las repercusiones que puede tener en la salud de estas
personas al utilizar estos mecanismos agresivos sin una base
razonable de uso o necesidad alguna. De hecho, en este caso
particular, el riesgo de sepsis o infección es enorme, además de
otros cambios metabólicos que no se tienen en cuenta; cuando solo se
quiere “perder peso” no se pesan los efectos de la metodología
(quizá no les vendrá mal ver “Érase una vez el cuerpo humano”).
No es
menoscabo decir que ante la pérdida de peso no se discrimina qué se
está perdiendo, porque nuestro cuerpo se compone de materia grasa,
masa muscular, agua, minerales… y no siempre se pierde lo primero
de esta lista (de hecho, nuestra naturaleza de seres humanos hace que
ésta sea bastante difícil de perder en comparación al resto).
El
mantener/controlar/bajar/subir el peso es una tarea muchas veces
difícil y requiere un abordaje integral de cada cosa (estado de
salud, alimentación, actividad diaria, práctica de ejercicio
físico, entorno social, motivación del paciente…) con lo cual
debe haber una terapia multidisciplinar de cada caso, y en lo que
respecta a la alimentación, el primer paso es ver sobre qué camino
vamos andando, y con la educación nutricional, darle otras
direcciones y rutas alternativas más seguras por las cuáles nos
podemos encaminar según el destino al que queremos visitar. Y seamos
conscientes también de que en el camino hay más cosas por ver,
sorpresas que encontrar, etcétera… pero lo que no podemos
pretender es llegar a Roma lanzados en un cañón desde Barcelona, o
cualquiera que sea el punto de partida, sin importarnos nada en qué
estado llegamos a nuestro objetivo.