Al leer según qué
artículos sobre algunos tipos de dieta que son “moda”, me doy
cuenta de que se mezclan muchos conceptos de forma errónea y de que
la información no acaba de darse completa.
Lejos de lanzar una
crítica destructiva y siempre respetando las decisiones
de vida y la forma de comer de cada uno, me decido a escribir estas
cuatro líneas impulsada por mi propia necesidad de aportar algo de
claridad y lógica.
Lo que es saludable lo
es de por sí y no depende de la “dieta” o “método” que lo
proponga. Da igual quien lo diga o a qué dieta se atribuya,
comer verduras y frutas, frutos secos, semillas, pescado azul,
evitar el consumo de azúcares y de alimentos procesados, es positivo
para la salud. También lo es dormir bien, aprovechar a estar activos
en las horas de luz solar y hacer actividad física, si puede ser al
aire libre… Todo esto es lo que naturalmente y biológicamente nos
corresponde y nos beneficia, lo diga quien lo diga.
Los carbohidratos no
son el demonio, solo que quizás nos hemos pasado un poco de la raya.
Los mensajes de “elimine el gluten, el trigo, la lactosa, los
granos procesados e incluso, según algunos, también las legumbres!”
son tendencia. Pero diría que se nos ha ido un poco la mano… es
una realidad que la dieta de la población en general es
desequilibrada y rica en alimentos procesados que aportan demasiados
cereales o harinas, azúcares y grasas.
Si logramos cambiar y
seguir una DietaMediterránea (de verdad) y eliminamos la mayor parte de los
alimentos procesados y el azúcar al máximo, entonces la ingesta de
carbohidratos disminuye, se ajusta a lo adecuado y aumentamos nuestro
bienestar. Eliminar alimentos es necesario cuando hay
intolerancias pero no de forma preventiva “por salud” o para
perder peso. No hay que confundirlo!
Las proteínas
vegetales son importantes, pero las de origen animal también tienen
su lugar. Es cierto que, en general, consumimos demasiados
alimentos de origen animal y pocos de origen vegetal. De manera que
la primera corrección que deberíamos hacer es
equilibrar esta
proporción consumiendo más legumbres, frutos secos, semillas,
etc, que tienen proteínas vegetales. Pero también interesa tomar
pescado tres o cuatro veces por semana, carne blanca y huevos, y de
vez en cuando (aunque no es imprescindible) carne roja que aportará
una dosis de hierro fácilmente asimilable. Las grasas saludables,
como las monoinsaturadas y los omega-3, están sobre todo en lo
vegetal y en el pescado azul, pero también necesitamos una pequeña
proporción de grasas “no saludables” (saturadas).
¿Alimentarse como
nuestros ancestros a base de verduras, frutas, frutos secos, semillas
y algo de carne, pescado y huevos? Yo diría comer todo esto y
además algún lácteo, especialmente el yogur, también
legumbres, excelentes como fuente de fibra prebiótica, y además
alguna ración de pasta y de cereales, no sólo trigo, también
centeno y avena, y en general, cuanto menos procesados y más
integrales mejor. Además, perdonadme la “broma”, pero a día de
hoy lo veo complicado para salir a cazar y también imposible
conseguir que toda la población pueda disponer o comprar carne
ecológica y de calidad. No tengo duda en apoyar el argumento de que
una mayor proporción de verduras, frutas, frutos secos y
semillas son beneficiosos, pero os aseguro que nuestros
antepasados tenían grandes dificultades para conseguir alimentos y
por supuesto no tenían un buen estado nutricional ni de salud.
Nuestro
contexto de vida es el que es. Ahora vivimos mejor en algunos
aspectos, como la comodidad, la modernidad y la disponibilidad de
alimentos, pero peor en el sentido de que hemos perdido conexión con
lo natural, somos más sedentarios (aunque aparentemente “corremos”
más de un lado para otro), y sufrimos, en general, niveles no
despreciables de estrés y ansiedad de forma crónica. Ya no morimos
tan jóvenes, ni morimos tanto de infecciones agudas, aunque sí de
enfermedades crónicas fruto de nuestro estilo de vida. También
nuestros hábitos dietéticos han cambiado (empeorado) mucho
en las últimas décadas: tomamos más proteínas animales, más
snacks, más lácteos, más azúcar, más grasas, más hidratos de
carbono refinados, comemos menos verduras, menos frutas, menos
legumbres, menos pescado azul… Entonces,
¿por qué nosomos coherentes y empezamos por mejorar todo esto?
Seguir la “dieta X” o
el “método Y”, puede tener algunas ventajas pero lo que
realmente debemos buscar es el
máximo beneficio para cada
persona, y esto se consigue con una dieta
personalizada con la
máxima variedad/calidad de alimentos que las circunstancias nos
permitan. Esto es a lo que se refiere el término de
#DietaLógica.
Gracias por haber leído
hasta aquí, saludos!
Dra. Laura I. Arranz
@LauraIArranz