domingo, 28 de febrero de 2016

LAS MERIENDAS Y EL DEPORTE

Hacer deporte es sin duda algo recomendable para todos siempre que adaptemos la actividad a nuestras capacidades, situación y forma física. También es importante comer bien para que ese ejercicio que hagamos nos resulte lo más provechoso posible para nuestra salud y para mantener nuestra masa muscular. Por nuestro estilo de vida actual la hora de entrenamiento suele ser en una gran parte de los casos por la tarde, de manera que la merienda cobra especial importancia, sea el tentempié que tomamos antes o después del entreno. ¿Cómo sería una buena merienda?

Lo primero que tenemos que recordar es que se trata de una de las comidas tipo "tentempié" que deberíamos tomar cada día. Alrededor del 10% de las calorías que necesitamos para una jornada las debe aportar la merienda. Y su importancia, en general, radica en no llegar a la cena con tanto apetito, y en las personas que entrenan por la tarde también en aportar nutrientes de todo tipo para poder mantener un buen rendimiento y recuperación. 

Algo también imprescindible es adaptar la recomendación a cada persona, pues el gasto energético y por tanto las necesidades no serán igual dependiendo de edad, sexo, tipo, intensidad y duración de la actividad física, etc. 

A pesar de la necesidad de individualizar, hay algunos consejos generales que sirven como una buena orientación para todo el mundo. Lo primero que hay que saber es qué NO debemos merendar. Olvidemos la bollería, los dulces, los snacks con mucha grasas y salados, los embutidos demasiado grasos y las chucherías. Ni el exceso de grasas saturadas ni de azúcares ni de sal son adecuados para la salud y menos para la práctica deportiva. Estos alimentos podrían causar malestar digestivo que empeore el resultado del entrenamiento, subidas y bajadas bruscas de glucosa que provoquen cansancio repentino, etc. 

Sea cual sea el deporte que hagamos, lo que SI podríamos merendar sería alguna de las siguientes opciones: 

  • Un sandwich con jamón York o de pavo, con algún vegetal, como la lechuga y el tomate, y un poco que queso bajo en grasa. 
  • Un puñado de frutos secos con un yogur
  • Un par de tostadas integrales con un trozo de membrillo
  • Un yogur con cereales de avena
  • Un plátano con un yogur o un vaso de bebida de almendras

Siempre que sea posible deberíamos tomar la merienda como mínimo una hora antes del entreno, de lo contrario, tendremos aún la digestión muy activa y podríamos tener alguna molestia en el entreno. Incluso si el entreno es a primera hora de la tarde demasiado cerca de la comida, podemos merendar algo después. En este caso os recomendamos merendar zumo de naranja y algo de fruta, un plátano por ejemplo, pues todo ello ayudará a rehidratar, recuperar electrolitos y a recuperar el glucógeno muscular.

Y como la hidratación es importante, conviene tomar la merienda con algo de agua o con un zumo de naranja natural. Y estos elementos serán también muy importantes durante y después del entreno para recuperar el agua perdida y también los electrolitos. En ese caso podemos pensar mejor en bebidas con electrolitos y algo de glucosa añadida. 

Sin duda, cuando mimamos todos los detalles de la alimentación de un deportista el resultado se nota tanto en su rendimiento como en su estado de salud. Si te interesa saber un poco más, hay opciones interesantes de formación online sobre el tema. Una propuesta es la que hace GES Formación con el curso sobre Nutrición en la Práctica deportiva. Interesante! 





ARROZ CON ESPINACAS Y DADOS DE POLLO

Aquí tenéis una sencilla receta propuesta por Nuria Arranz, nuestra tecnóloga de alimentos, ideal para incorporar las espinacas en una propuesta deliciosa, energética por el arroz y completa pues también aporta proteínas gracias al pollo.

Ingredientes para 2 personas:

120g de arroz (normal o largo)

200g de espinacas frescas

2 pechugas de pollo

1 cebolla pequeña

1/2 lata pimiento morrón (opcional)

Aceite de oliva virgen extra

Sal


Elaboración: 

Hervir las espinacas y reservar. Hervir el arroz para que quede al dente y reservar.

Saltear en una sartén con aceite la cebolla en trocitos pequeños y añadir enseguida los taquitos de pollo. Saltear hasta que el pollo esté bien hecho y dorado. Después añadir el arroz y las espinacas (con el pimiento morrón al gusto), añadir una pizca de sal, saltear junto durante un momento.

Servir y disfrutar!

Se trata de un plato único para cualquier día de la semana, saludable para todos y también ideal para deportistas pues contiene hidratos de carbono, proteínas, y la fibra y otros micronutrientes de las espinacas.

Saludos!


lunes, 22 de febrero de 2016

CONSECUENCIAS DEL ESTRÉS: CUIDA TU SALUD

No es la primera vez que hablamos sobre este tema. El estrés está muy relacionado con nuestra salud, nuestro bienestar y también con nuestra alimentación. Seguro que has notado que cuando estás estresado tienes apetencia por determinados alimentos, generalmente los dulces, o simplemente tienes más apetito. Y es que el estrés afecta en muchísimos niveles a las funciones de nuestro organismo. En el blog de XTRESIA hemos encontrado contenido muy interesante sobre este tema que aquí retomamos!


A menudo se habla de las causas y síntomas del estrés, pues es importante identificarlo y saber cómo evitarlo, pero se habla menos sobre cuáles pueden ser las consecuencias a largo plazo en nuestra salud tanto física como mental. Y es que el estrés crónico es algo que requiere ser tomado muy en serio.

Cuando alguien se encuentra en una situación que le produce estrés, se genera una respuesta en el hipotálamo que inicia el sistema de alarma en el cuerpo, a través del sistema nervioso y hormonas como la adrenalina y el cortisol. La adrenalina provoca el aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial y el cortisol favorece la producción de glucosa en la sangre, altera las respuestas del sistema inmunitario, digestivo, reproductor y los procesos de crecimiento. Todo esto para favorecer al organismo una conducta de huída, ante peligros como la presencia de un animal peligroso, una tormenta inminente que nos coge desprevenidos, el posible ataque violento de otra persona, etc. Es un mecanismo de defensa ante posibles peligros que a día de hoy no tiene mucho sentido.

En nuestro contexto nos encontramos ante otras situaciones para las que el cuerpo genera esa respuesta que no aporta una solución real. De nada sirve salir literalmente corriendo ante un estrés por exámenes, por exceso de trabajo, por una discusión de pareja o por llegar tarde a una cita importante. Todo esto nos puede generar estrés puntual pero si estas circunstancias se repiten a menudo, con el tiempo pueden producirse alteraciones a nivel en el sistema nervioso, en el metabolismo, en el sistema inmunitario e incluso en nuestra microbiota (flora intestinal).


Así, las principales consecuencias del estrés pueden llegar a ser:

  • Obesidad y sobrepeso: el estrés lleva a comer con ansiedad, más deprisa y además alimentos más energéticos, con lo que al final se toman más calorías. Además el cortisol generado por el estrés favorece la acumulación de grasas en el cuerpo.
  • Pérdida del cabello: es una de las consecuencias del estrés más frecuentes, ya que se presenta por el debilitamiento de los folículos pilosos .
  • Depresión: muchas personas que se encuentran en situaciones de estrés repetidas y duraderas, pueden acabar con este problema que sin duda afecta a muchos ámbitos de la vida.
  • Reducción del deseo sexual: al aumentar la producción de cortisol, baja la generación de las hormonas que alimentan la libido.
  • Menstruación irregular: el estrés crónico tiene efectos negativos en equilibrio hormonal del cuerpo provocando retraso, periodos más cortos e incluso durante un tiempo ausencia de menstruación.
  • Acné: los altos niveles de cortisol que se generan por el estrés aumentan la producción de aceites o grasas corporales, lo que contribuye a la aparición de granos.
  • Afecciones digestivas: el estrés afecta el sistema digestivo, cuyo funcionamiento se vuelve irregular y además puede llevar al desarrollo de úlceras, digestiones pesadas, sensación de hinchazón, e incluso alteraciones intestinales.
  • Insomnio: muchas personas padecen de falta de sueño y descanso como consecuencia del estrés ya que la alteración del sistema nervioso genera un estado de irritabilidad y nos lleva a una situación de hiperalerta que impide que nos relajemos. Y para colmo, dormir mal genera más estrés.
  • Disminución de fertilidad: algunas investigaciones revelan que las mujeres con altos niveles de estrés tienen un menor porcentaje de probabilidades de quedarse embarazadas.
  • Enfermedades cardíacas: las alteraciones del ritmo cardíaco y de la presión arterial debidas a situaciones de estrés, equivale en porcentaje a fumar cinco cigarrillos por día, ya que la tensión aumenta el nivel de hormonas en la sangre.

Es importante que identifiques los factores que en tu día a día pueden estar provocando estrés y que te cuides siempre. Es básico una alimentación sana y equilibrada, una buena pauta de descanso nocturno, tiempo para la relajación y la desconexión, e incluso, en ocasiones, algún producto natural que te pueda ayudar.


lunes, 1 de febrero de 2016

¿POR QUÉ NOS ATRAEN LOS ALIMENTOS MÁS CALÓRICOS?

Imaginemos que no supiéramos si mañana vamos a poder comer algo...

Está claro que en este contexto si tuviéramos la oportunidad de comer hoy, escogeríamos tomar lo más calórico posible o la mayor cantidad de alimentos. Imaginemos que mañana probablemente no tengamos apenas nada para comer y que hoy nos ofrecen una lechuga o un trozo de chocolate... Obviamente iremos a por el trozo de chocolate o a por ambas cosas si pudiéramos. Aunque esto parece absurdo, en realidad, así hemos vivido en la historia de la humanidad más años de los que nos pensamos y este es uno de los motivos por los cuáles nuestro instinto nos mueve hacia lo calórico. Es una cuestión de supervivencia. Y a pesar de ser una explicación que simplifica mucho cómo funciona nuestro organismo y la regulación del metabolismo, nos sirve para entender el papel de la educación nutricional a día de hoy. El contexto, en los países desarrollados, no es la escasez de alimentos, por tanto mañana no nos faltará comida y lo que necesitamos es aprender a comer lo necesario para no enfermar por deficiencias pero tampoco por excesos. La buena noticia es que siempre estamos a tiempo para aprender mientras disfrutamos de la comida.


Algunos datos curiosos... En nuestro cerebro se controlan las funciones del gusto y del olfato, que son las más directamente relacionadas con la toma de alimentos. El gusto es un sentido que, al igual que en el resto de animales, nos sirve para detectar sustancias químicas peligrosas para nuestra salud. Lo que ocurre es que ya hace muchos años que el ser humano dejó de utilizar esta función por consumir alimentos conocidos y preparados por él mismo. Además de esto, en las primeras etapas de la vida, el sabor dulce es el que se reconoce como seguro, pues es el primero aprendido durante la lactancia materna. Posteriormente cuando somos niños vamos aprendiendo a aceptar otros sabores. No son en vano entonces las caras divertidas de los bebés cuando prueban por primera vez la fruta, con su acidez, o la verdura, con su toque insípido comparada con la leche. Por suerte nuestro cerebro aprende a aceptar los alimentos con diferentes sabores, y ese proceso de aprendizaje nos suele resultar placentero, con lo que disfrutamos probando una nueva receta, un nuevo restaurante o una nueva cultura. Cocinamos y elaboramos los alimentos para deleitar al gusto, por tanto este sentido y su relación con lo psicológico y con lo emocional es muy importante. El placer es muy importante. La comida siempre debería tener una connotación positiva.


Y si te sigues preguntando, ¿por qué me gusta lo que no me conviene? Recuerda estas dos explicaciones básicas. La primera es que la tendencia natural de nuestro organismo es tener cierta afinidad por los alimentos más calóricos, dulces y ricos en grasas, y como además la mayoría funcionamos con los “genes ahorradores”, éstos hacen que el cuerpo guarde reservas para las épocas de escasez. La cuestión es que en nuestro contexto actual, en países desarrollados, estas afinidades por lo calórico y este mecanismo ahorrador no nos sirve de mucho y nos hace engordar. La segunda explicación es que probablemente no hemos educado lo suficiente a nuestro paladar, y no le hemos acostumbrado a disfrutar de lo que es saludable de verdad. ¿Te parece extraño? No lo es. 

Tengamos en cuenta que nuestra forma de alimentarnos está condicionada por varios factores, los principales son:

  • lo que nos han enseñado
  • los hábitos adquiridos
  • los gustos personales
  • los condicionantes externos de nuestro alrededor

Sobre lo que nos han enseñado siempre se puede trabajar mediante la educación nutricional en mejoras si hay ideas o hábitos equivocadas. Sobre los gustos personales, que se construyen principalmente en la infancia y la adolescencia, también podemos incidir pues podemos educar a nuestro paladar durante toda la vida, solo hay que darle oportunidades para probar. El contexto que nos rodea condiciona y a veces dificulta las opciones de elección, las raciones o el tipo de alimentos que se nos ofrecen. Por ejemplo en algunos contextos lúdicos, “¿quien va a comprar una ración pequeña de palomitas si la mediana o la grande vale lo mismo?” Es que si escoges la pequeña, hasta la dependienta te mira raro! Pero salvo estos extremos, si tenemos la información suficiente, siempre podremos escoger con criterio de salud sobre lo que nos ofrece nuestro entorno. El cambio siempre es posible y la clave está en la información y en la motivación de cada uno de nosotros.

Cuando una persona cambia sus hábitos alimentarios y los hace más sanos, difícilmente vuelve hacia atrás porque se encuentra mejor.
La información y el conocimiento son las mejores herramientas para que el contexto no sea una limitación para comer bien. A partir de ahí podremos realizar elecciones saludables, decidir qué voy a tomar y qué no, y decidir también cuánta cantidad es la que quiero. El cuerpo es muy sabio y la mente muy poderosa. Debemos escuchar a nuestro organismo, si tiene hambre o ansiedad, si ya está lleno después de una comida o si ya está saciado, todo son matices, pero las pequeñas diferencias en la alimentación del día a día, llevan al gran cambio. Esto es aplicable también a esos momentos en los que nos ponemos a dieta para perder unos kilos. Si restringimos mucho las calorías que vamos a tomar, nuestro organismo notará una gran diferencia que no entenderá como nosotros, y reclamará comer más, provocando más sensación de hambre y encima más almacenamiento de reservas “por si acaso”. Nuestra mente también tiene un gran poder en esta situación, si nos privamos de algo en gran medida, no haremos otra cosa que desearlo. Por eso, lo que funciona son los pequeños cambios y la constancia.

Todo es tan complicado o tan fácil como lo queramos enfocar. En Gana Nutrición nos decantamos por la opción fácil. El truco para caminar hacia una alimentación saludable está en hacer pequeños cambios y sobre todo en comer muy variado y disfrutar. Si hay placer aprenderemos rápido a comer bien ;)

Dra. Laura I. Arranz
@GanaNutricion
info@gananutricion.es