domingo, 8 de noviembre de 2015

EJERCICIO FÍSICO Y ALIMENTACIÓN DESPUÉS DEL EMBARAZO

Las diferentes etapas de la vida por las que pasamos pueden comportar (y comportan) cambios en nuestra fisiología, así como hormonales e incluso también psicológicos. Como ya sabemos, los cambios fisiológicos condicionarán la capacidad de realización de ejercicio físico, haciéndonos más o menos “adaptados” a éste. Por ejemplo, las condiciones físicas y el entorno hormonal no son iguales en un niño en plena edad de crecimiento que en un adulto. Una situación peculiar es la de la mujer en la etapa de postparto, veamos qué es lo que ocurre.

¿Puede rendir igual una mujer después de dar a luz?
Así es, parece ser que una vez dado a luz, las mujeres presentarían mejores condiciones para la práctica deportiva (como lo oyen). El médico alemán Ernst Von Aaken, especialista en esfuerzo y resistencia, fue uno de los primeros en estudiar los posibles beneficios que el embarazo puede proporcionar en la mejoría de rendimiento de las atletas. Von Aaken estudió a 15 corredoras alemanas que tuvieron hijos durante su vida profesional. Todas las corredoras se mostraron de acuerdo en qué después del parto estaban “más duras” y que tenían más fuerza y capacidad de resistencia. 

Más tarde, el Dr. Clapp concluyó que las mujeres que habían tenido bebés aumentaban hasta un 7 % su capacidad aerobia, incrementándose además el volumen de sangre, la masa ósea ósea y el ritmo metabólico. Estos cambios se mantendrían durante 3 años.

Estos estudios llegaron incluso a plantear el “dopaje por embarazo”, idea que enseguida fue censurada por la sociedad deportiva. Con todo esto, es arriesgado sacar conclusiones sobre el efecto del embarazo sobre el rendimiento deportivo debido, en parte, a la bajada de forma física que sucede durante la etapa gestacional (lo que provocaría una mayor percepción de forma física una vez dado a la luz) y a la falta de estudios de rigor.

¿Y cómo debe ser la alimentación en estos casos?

La alimentación de la mujer deportista en edad fértil debe estar adaptada a sus necesidades energéticas diarias, siendo dietas bajas en calorías las principales causantes de una ralentización del metabolismo (lo que provoca el conocido como “efecto rebote”). Además, las mujeres presentan un mayor uso de grasas intramusculares (los llamados triglicéridos intramusculares) como fuente energética, por lo que en esta población, alimentos como el aceite de oliva, frutos secos, aguacate o diferentes semillas como el lino, deberían estar presentes en en la dieta. A diferencia de lo que muchos puedan pensar, este aporte de grasa en la dieta no conllevará un aumento en el % graso corporal total si lo contextualizamos en una dieta con la cantidad de energía adecuada. Por otra parte, y dependiendo de la actividad física que realice, el aporte de cereales integrales, pastas o legumbres no debe estar excluido, ya que son necesarios para asegurar un correcto rendimiento y recuperación muscular, así como para evitar la pérdida de masa muscular.

En cuanto a las vitaminas y minerales, hemos de vigilar aquellas que puedan ser especialmente deficitarias en el género femenino, como el hierro, el calcio o la vitamina D. Se puede recomendar alimentos enriquecidos en estos micronutrientes, pero una alimentación equilibrada donde haya una correcta combinación de los alimentos puede ser la clave en este asunto.

Jordi Costa
@GanaNutricion


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